martes, 24 de diciembre de 2013

Cuento por Navidad



Era un veintidós de diciembre. La cantinela del sorteo acompañaba nuestros movimientos por la fábrica, pero nadie esperaba que le tocase, ni siquiera un pellizco. Cuando nos entregaron los paquetes, la perplejidad se pintó en nuestros rostros y corrimos en busca del viejo Martín, el único que había visto, alguna vez, uno de aquellos.

Los ojos del viejo brillaban. Antiguamente cuando llegaba la Navidad — nos explicó —, las empresas obsequiaban a sus empleados con una de aquellas patas de cuadrúpedo que Martín llamaba jamones. Otras veces, el regalo era un surtido de viandas y bebidas alcohólicas, conocido con el extraño nombre de “lote”. Y había también, decía con voz trémula, una cosa llamada “paga extra”.

En este punto la historia de Martín se había convertido en un cuento lleno de fantasía  y, aunque por educación nadie se atrevió a contradecirle, poco a poco fuimos retomando nuestras tareas y lo dejamos allí solo, hablando de “cenas de empresa” y regalos del “amigo invisible”.

“Se le ha ido la pinza”, murmuraban los más jóvenes entre risas. Y agarrando cada uno una paletilla,  punteaban un imaginario solo de guitarra.
 
Mi participación en ENTC para el mes de Diciembre. El tema: "...apareció por Navidad" es un homenaje a Dickens.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Cazador de miradas


Quizás mañana —pensaba mientras la veía alejarse, apresurada en su abrigo, arrastrando voluntades y hablando sin parar por el móvil.

Mañana me verá — se ilusionaba. Imaginaba que sus ojos se cruzaban y se encontraban sus almas. Ella, inalcanzable, exitosa y bella. Él, invisible, en su esquina, esperándola.

Quizás mañana ella tendrá un corazón debajo de ese abrigo carísimo. Mañana mirará más allá de la pantalla de su móvil. Se detendrá un momento, rebuscará en su bolso y le dejará unas monedas en el platillo. Mañana es Navidad y quizás, ella le sonreirá.
 
Mi nueva participación en REC (18/12/2013)

sábado, 14 de diciembre de 2013

Inconsciente


Su conciencia no podría soportarlo, así que decidió deshacerse de ella y hacer lo que debía. Se lo habían dejado bien claro, todos iban en el mismo barco y debían remar en la misma dirección.
Ella se resistió con fiereza, exhibiendo ideales y principios, pero el veneno empezó a hacer efecto y cayó rendida. Mientras, él acataba la disciplina de voto.
Mi participación en REC de la semana pasada (11/12/2013).

domingo, 8 de diciembre de 2013

Ángel

 
Se durmió soñando que él también podía volar. Las alas no tardarían mucho en crecerle, el dolor que sentía en la espalda era señal de que pronto estaría listo.
Cada noche soñaba que volaba por encima de todos, esquivando sus manos tendidas hacia él. Cuanto más se alejaba, mejor se sentía. Así fue como empezó a  pasar cada vez más tiempo en su cama, aislado del mundo con la música latiendo en sus oídos.
Su padre lo despertó gritando, enfurecido al encontrarlo durmiendo de nuevo. Ángel se acurrucó bajo las sábanas. Un golpe más y las alas brotarían de su espalda.
 
Mi participación en REC de la semana pasada (04/12/2013).


domingo, 1 de diciembre de 2013

Inmovil




 
Tengo que moverme. Estoy tumbado boca arriba, siento frío y no puedo moverme. Hay gente a mí alrededor, puedo oírlos, pero no alcanzo a verlos. Intento mover la cabeza hacía el lugar de donde proceden las voces pero mi cuerpo no me obedece. Quiero gritar y compruebo que mi boca, obstinadamente cerrada, es incapaz de emitir sonido alguno.
Estoy empezando a angustiarme. No sé qué me está pasando, ni siquiera recuerdo cómo he llegado hasta aquí. Probablemente he sufrido un accidente y el golpe me ha provocado amnesia. Sin embargo no siento dolor, es todo muy extraño. Si me hubiera dado un golpe me dolería la cabeza, ¿no?

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Invierno


—Papá, ¿tú no tienes frío? —y le abrochaba el abrigo, —vamos papá—. Luego, le besaba en la frente y salían juntos del portal. Él la miraba sin ver y se cogía de su brazo, arrastrando los pies, bajo el sol frío de invierno.
Se sentaban un ratito en el mismo banco de siempre, el tercero del paseo. Y veían pasar a los niños que salían del colegio.
—Por ahí viene Julia,  —los ojos enmarcados de arrugas adquirían un brillo acuoso.  —¿Le has traído la merienda?
—Estoy aquí, papá —. La voz se le rompía y él la miraba confuso.
—¿Y tú quién eres?
 
 Con este relato he participado en REC (20/11/2013).

viernes, 22 de noviembre de 2013

Lunijo

La propuesta de ENTC para el mes de noviembre es un homenaje a Cortázar: inventando palabras. Aquí os dejo mi aportación.


Lunijo

Le acarició el negrobello tiernamente  y enjugó las salagrimas que rodaban por sus sonrojillas. Lo envolvió con un mantabrazo mientras le hablaba con suavidad, murmurando dulcelabras de consuelo. Pero el niño no entendía nada.

Lo habían encontrado deambulando solo por uno de aquellos hormiciales gigantescos de las afueras. Al principio creyeron que se había perdido y llamaron por altafonía a los progemidores, pero pasadas dos eternoras comprendieron todos que el niño había sido abandonado y decidieron avisar a la politoridad.

Mientras, el niño se había quedado dormido y en sueños repetía: Me he caído lunadre, me he caído.


Este relato  ha sido mencionado por el jurado de ENTC del mes de noviembre. Aquí  podeis leer los relatos finalistas y mencionados.

viernes, 15 de noviembre de 2013

L'ascensor


Un cop dins l’ascensor no va poder evitar el reflexe del mirall i es va arreglar el nus de la corbata. Arribava amb deu minuts de marge. Havia de ser puntual, però no volia semblar desesperat, tot i que després de tant de temps a l’atur, si que n’estava una mica.

L’anunci deia que l’empresa es dedicava a la investigació científica. Ell hauria de contactar amb els metges per coordinar els grups de treball. Semblava interessant i estava ben pagat.

Va taral·lejar una cançoneta i va tornar a mirar per quin pis anava. Allò era impossible, els pisos es succeïen amb una velocitat increïble, dos-cents, dos-cents u,...

Instintivament es va eixugar les mans al darrere dels pantalons, va respirar fondo i li va semblar que la velocitat minvava. Els números finalment es van aturar al nou-cents noranta-nou, però l’ascensor encara va continuar pujant una bona estona.

Quan es van obrir les portes una llum blanquíssima el va envoltar. La sala era immensa, però l’ambient era càlid i acollidor. Ningú va parlar però ell va saber el que desitjaven i, amb docilitat, es va despullar i es  va estirar a la llitera, preparat per la primera anàlisi.
 
Amb aquest relat he participat al I Cèrtamen de MIcro-relats Fantàstics i de Terror de les Cotxeres de Sants. Felicitats als finalistes i al guanyador.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Mendigos


Mientras su padre cerraba la tapa del contenedor Carlitos fijó su vista en aquel otro hombre, apenas una sombra bajo la luz de la farola. Le asustaba un poco.

Se parecía al ogro de los cuentos. Tenía una barba muy cerrada y sus ojos brillaban con fiereza bajo unas cejas espesas y negras. Notaba aquella mirada clavada en su cuerpecillo, acechándole. El hombre se acercó. Carlitos retrocedió y su padre levantó rápidamente la vista del contenedor.

De repente el ogro le alargó una bolsa de plástico con unos patines.

—Están nuevos— dijo —la gente tira cualquier cosa.
 
 Con este relato he participado en REC (06/11/2013).

miércoles, 30 de octubre de 2013

Haberlas...


Decidió visitar a la bruja, como última opción. Llevaba tres meses trabajando en aquel caso y no había avanzado casi nada. No tenía sospechosos, no tenía pruebas y ni siquiera tenía cuerpo. Estaba encallado, su caso hacía aguas por todas partes y el fiscal le había llamado al orden por quinta vez en tres semanas:
—Sin cadáver— le había dicho—no tienes caso Gutiérrez, o encuentras el cadáver o archivas el caso.

domingo, 27 de octubre de 2013

El negociador


Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. Se dispuso a dormir. El trabajo en Frankfurt había sido agotador y quería llegar descansado a su destino. Habitualmente no tenía dificultad para dormir en los aviones, es más, diría que era el único lugar en el que conciliaba el sueño con facilidad.

La negociación con los sindicatos había sido interminable. Cerrar la factoría de salchichas más grande del país no era cosa fácil.

Se acomodó y cerró los ojos. Pero el sueño no llegó esta vez, le inquietaba el hecho de que su siguiente destino fuese la sede de aquella compañía aérea. La azafata le sonreía.

Con este relato he participado en el I Certamen Internacional de Micro-Relatos del Grupo PRISA. El ganador ha sido Jose Ignacio Cebeiro con su relato "Salidas de Emergencia". Enhorabuena

miércoles, 23 de octubre de 2013

La muñeca


—Si papá, pero ¿y esa?— preguntó abriendo mucho los ojos.

—Esa no, pequeña. Esa no.

La decepción pintó en su rostro un mohín de enfado infantil y él la apartó suavemente intentando distraer su atención. Le encendió la tele y cuando no miraba la escondió en el fondo del cajón, lejos de su vista.

Media hora más tarde, cuando percibió el inusual silenció, corrió hasta el mueble y se estremeció.

Mientras coloreaba en su nueva libreta, Mireia reñía a su muñeca:
—No te puedo dejar pintar, no seas pesada, papá se enfadaría.

Manuel contuvo el aliento.

Con este relato he participado en el concurso Relatos en cadena SER

viernes, 18 de octubre de 2013

Asesino pasivo


Su primera cita con la muerte fue muy temprana, a los ocho años sobrevivió al accidente de coche en el que murieron sus padres. Su abuela se hizo cargo y lo educó tan bien como pudo. La pobre murió antes de que él acabara la secundaria  y, de nuevo, se encontró solo en el mundo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sueños de Sirena

A grandes zancadas sobre las olas, se abrió paso hacia la libertad. La arena cálida la recibió con su caricia y la acogió en nombre  de la tierra soñada, ese mundo ideal en el que ansiaba encontrar una vida nueva. Sonrió mientras corría, temblorosa y  con los pies descalzos, en busca de sus más grandes anhelos. Sólo se detuvo un instante recordando lo que dejaba atrás.
No había abandonado aún la playa cuando le dieron el alto. La sirena lloró lágrimas de sal por su sueño roto mientras la conducían al  centro de detención de inmigrantes. Todavía resonaban en su mente las advertencias de su padre.

 Con este relato he participado en VII Edición de Relatos en Cadena (La Ventana - Cadena SER)

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La caja



Al principio no reparó apenas en la caja. El portero le había explicado que, cómo parecía pesada y llevaba varias etiquetas que advertían que se trataba de algo frágil, él mismo había abierto la puerta del apartamento y se había asegurado de que el mensajero la depositara con sumo cuidado en un rincón del hall. El portero era muy solícito cuando se acercaban las Fiestas y olía que podía obtener un suculento aguinaldo.

Al principio no reparó en la caja, como decía, pero cuando ya hubo soltado las bolsas en la cocina y le echó un vistazo, supo que era la misma caja. La observó desde varios ángulos antes de atreverse a tocarla, pero no le cabía duda.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El cementerio de llaves



El viejo miró la llave con extrañeza y volvió a introducirla en la cerradura pero no abría. Examinó el enorme llavero y probó con una segunda llave y una tercera antes de que alguien suspirase a sus espaldas.
—Espero que no tenga que probar con todas esas llaves.
—Habrá que tener un poco de paciencia— contestó el anciano como para sí mismo.
Y continuó probando las llaves una por una, con un ligero temblor en los dedos. Estaba seguro de que la primera llave era la correcta, pero no funcionaba, así que lo único que podía hacer era probar con las demás hasta dar con la buena. La edad no perdona, se decía a si mismo mientras seguía intentándolo de nuevo, convencido de que se había confundido de llave debido a un despiste.
Tenía llaves de todos los tamaños y formas. Algunas eran grandes y antiguas y estaban recubiertas por una capa de óxido que indicaba que no habían sido usadas en muchos años. A pesar de ello, también las probó. Sabía perfectamente que la llave que buscaba había sido usada cada día durante los últimos doscientos años,  pero había llegado a ese punto de incertidumbre en que ya no confías en ti mismo y dudas de todo.
—Ahí tiene usted muchas llaves— dijo una nueva voz detrás suyo.
—Están todas— contestó sin volverse.
A lo largo de los años había reflexionado muchas veces acerca de las llaves. La gente normalmente no se deshacía de ellas, cambiaban una cerradura, añadían una nueva llave al llavero pero tardaban un tiempo en desprenderse de  la vieja y cuando lo hacían solían guardarla en el fondo de un cajón. Era un comportamiento absurdo, pero así era la gente.

martes, 20 de agosto de 2013

Velocitat terminal



Entregant-se al dimoni per primer cop a la seva vida; millor dit a la seva mort. Des que li van diagnosticar no havia parat de fer les bestiesses més grans que se li havien acudit. 

Les festes i les drogues aviat el van avorrir i començà a buscar activitats arriscades, cada cop més extremes, mirant de sumar experiències, provant d’adormir la consciència amb una nova dosi d’adrenalina. Cercava la mort, no estava disposat a consumir-se lentament, volia aprofitar el temps al màxim i trobar una manera més divertida de morir.  

Però aquell cop s’havia passat  i ara no hi havia marxa enrera. S’apropava al final a una velocitat increible i,  tot i que portava mesos buscant-lo, en aquell moment es va tirar enrera i va pregar “Si us plau, si us plau, encara no... vull viure un dia més!”

domingo, 4 de agosto de 2013

El teléfono



El teléfono comenzó a sonar de madrugada, pero nadie lo cogió. Desde mi cama, al otro lado de la pared oía los timbrazos, insistentes, y después de un rato, el silencio. Pero al cabo de unos segundos el teléfono volvía a sonar y otra vez, yo me removía en mi cama, cada vez más nervioso, mientras en el piso de al lado nadie parecía escuchar el sonido estridente del teléfono. De nuevo silencio. A ver si ahora podía volver a dormir.


Esta vez tardó un par de minutos, pero el teléfono volvió a sonar, insistente, agudo, irritante, y yo me incorporé en la cama y di unos golpes en el tabique que separaba el cabecero de mi cama del de mi vecino, un tipo normal, educado, que siempre daba los buenos días y hacía un comentario jocoso sobre el tiempo cuando compartíamos el ascensor. El teléfono hizo una nueva pausa, para tomar aliento, y volvió a sonar, esta vez más fuerte aún, incrustando cada timbrazo en mi oído, perforándolo hasta llegar al cerebro, dañando sin duda un montón de neuronas que ya nunca se repondrían de semejante agresión.


Esta vez me levanté, busqué las zapatillas y me dirigí a la puerta. Una vez en el rellano observé la puerta de mi vecino y escuché atentamente. No se oía nada.

jueves, 25 de julio de 2013

Trato preferente



—Y yo, simplemente, pasaba por allí— dijo el abuelo un poco incomodo —Se lo juro señor agente,  yo no he hecho nada malo
—Lo sé, no se preocupe— contestó el policía mientras se ajustaba la gorra —Pero usted comprenderá que ese dinero no le pertenece y que debe devolverlo.

Todavía no me explico cómo me encontraron, cómo nos encontraron a todos — Pensaba el abuelo— Seguro que fue por las cámaras de seguridad del banco, como en las películas.

Los periódicos lo llevaban en portada: “Director de sucursal bancaria enloquece y reparte veinte millones de euros entre clientes afectados por las preferentes”. Todo el mundo opinaba acerca del suceso: “Locura transitoria”, “Banquero justiciero”,….

Y ahora le exigían que devolviese el dinero. —El abuelo no salía de su asombro— Que no era suyo, decían. ¿Que no era suyo?, si él tenía todos sus ahorros en el banco y no se los dejaban sacar. El Director del Banco, se lo dijo bien clarito:”No se preocupe de nada Eusebio, usted es un cliente preferente”.

jueves, 11 de julio de 2013

Sala de espera



Está harto de tanto esperar, sentado, haciendo rodar el bastón entre las manos, la paciencia consumida ya, hace horas. Desde que se jubiló no ha hecho otra cosa más que esperar. Esperar en la oficina del banco, el día uno de cada mes; esperar en la consulta del médico, a por recetas; esperar que le llegue la hora. Espera y observa, no habla con nadie, la compañía de otro ser humano le incomoda, le enerva, le recuerda a aquellos otros seres humanos que ya no están, o que ya no vienen a verle, que se aburrieron hace tiempo de su mal carácter y sus impertinencias.

Delante de él juega un niño. Tirado en el suelo a lo largo, empuja un cochecito de juguete por entre las patas de las sillas y hace ruidos con la boca. La madre le riñe —levanta del suelo, mira como te estás poniendo.—

Hace un calor insoportable, impropio de un mes de octubre, de pleno otoño. Pero ya no hay otoños como los de antes, cuando los niños volvían a llevar a la escuela capuchas y botas de agua. Y una leve sonrisa de nostalgia se dibuja tímidamente bajo el bigote del viejo, pero nadie la nota, nadie. Y los ojos le brillan húmedos por un breve instante hasta que el presente irrumpe de nuevo en sus pensamientos.



sábado, 29 de junio de 2013

Los zapatos

Casi todo lo que uno hace o dice en esta vida carece de trascendencia. Son frases banales o cosas inútiles que rellenan los huecos de nuestra existencia, sin mayor importancia. Cinco minutos después ya no las recordaremos y nadie vendrá a pedirnos explicaciones sobre ellas. Sin embargo, a veces, un hecho insignificante o una frase estúpida pueden quedar para siempre en nuestra memoria y marcar nuestra vida de forma indeleble.

Eso es lo que ocurría con aquellos zapatos. 


Los había sacado de su caja el día anterior, rotos y sucios como cuando los recogió del montón de zapatos de aquel patio de espanto. Los había escondido entonces, hasta que salió del campo. Y cuando la liberaron, insistió a los soldados para que la dejaran llevárselos, “por si algún día su hermano aparecía” les había dicho. 



domingo, 23 de junio de 2013

El escondite


Me giré al escuchar sus pasos, menudos, que llegaban corriendo por el pasillo. Apenas tenía tres años y era lo único que me importaba en esta vida. Si no hubiera sido por él… no sé que habría hecho.

- Mamá! Mamá! Llaman a la puerta

Con un dedo en los labios conseguí que frenase su carrera y que bajase el tono de voz hasta hacerse casi inaudible.

- Sí mi cielo, no hagas ruido

- ¿No abres mami?

- No cariño. Vamos a jugar al escondite. No hagas ruido.


- ¿Quién la para, mami?

- Ellos – y dirigí una mirada temerosa a la puerta - Ellos la paran mi vida y nosotros estamos aquí escondidos sin hacer ruido.


viernes, 21 de junio de 2013

Por amor al arte



Decididamente, con gente así da gusto trabajar. Había dicho el Director General mientras me entregaba el reloj.
Siempre acudiendo puntual al trabajo, cumpliendo con las obligaciones y dejándose la piel, por amor al arte.
Todo empezó accidentalmente. Un día, al bajarse del coche, el Director se quedó mirando al grupo que estaba en la puerta, haciendo un cigarrito, y dirigiéndose a mí exclamó: “¡Usted!, suba a mi despacho y acérqueme el maletín. Lo he dejado olvidado encima de la mesa”.
Obediente, cumplí el encargo. Y desde entonces cada día, a las nueve, acudí puntual, para lo que el Director mandase. Y mandaba, claro que mandaba.
Treinta años a su servicio. Y por fin había llegado el día de mi jubilación. El día que descubrirían que no estaba en nómina y sorprendidos todos, jefes y compañeros se preguntarían ¿por qué?
Y yo, simplemente, pasaba por allí.