lunes, 30 de enero de 2017

Enemigos íntimos



Lo de Ramón venía de lejos. De niños fuimos amigos, jugábamos en la calle, apedreábamos gatos y atábamos petardos a la cola de los perros callejeros. Pero todo eso cambió el día que ella llegó al pueblo: tenía unas trenzas muy largas y una nariz —sembrada de pecas—, que arrugaba en una mueca deliciosa cuando algo la disgustaba. Era la hija del nuevo veterinario.
En cuanto Angelita frunció su linda nariz, Ramón me señaló como el artífice de aquellas salvajadas. Era su oportunidad y no dudó en aprovecharla: ella dejó de hablarme, dejó de mirarme, y una tarde, cuando sabía que yo los espiaba tras la ventana, le dio un beso a Ramón que se me clavó en el hígado.
No volví a torturar a ningún animal, lo prometo. Pero a Ramón se la tenía jurada: primero puse pegamento en su gorra; después, para hacer las paces, compré unos bombones  que rellené con laxante; y, finalmente, rompí los frenos de su bici y le reté a una carrera del valor frente al barranco del Diablo.  
Ganó él.

Yo recuperé la esperanza, durante un tiempo. Hasta que Ángela adoptó una nueva mascota: un galgo del refugio, al que llamó Ramón.

Con este relato participo en la convocatoria bimestral de ENTC. Tema: "Perros y/o gatos".
La ilustración es de Paloma Casado.

viernes, 20 de enero de 2017

La culpa es de la cal del agua



―Para implorarle que vuelva a casa y acabe lo que vino a hacer. ¡Para eso llamo! Para decirle que no puedo vivir un día más sin ella, que estoy dispuesto a aceptar sus condiciones y a firmar ese presupuesto.
Al otro lado, la voz metálica responde:
―Para hablar con el servicio técnico, marque el cuatro.
―Usted gana, pero por favor, dígale que vuelva y arregle de una vez la lavadora.

Despojo de REC. La frase de la semana "Para implorarle que vuelva a casa". 

martes, 17 de enero de 2017

Dulce Navidad




Es que no tuviste bastante con uno.
Ni con dos.
Así que te comiste un tercero.
Hubieras preferido no hacerlo, cuatro, pero te faltó voluntad, cinco y seis. El séptimo aún se derretía en tu boca cuando ya hurgabas en busca del octavo. ¡No había marcha atrás! Con gula, saboreaste a un tiempo el praliné, nueve, y la delicia de coco, diez. El número once, de licor, te animó a desprenderte de la culpa y dejaste que el último se lo comiera el perro.

Por la mañana, sus huellas sobre la alfombra te exoneraban de toda culpa.


Segundo despojo para la primera semana del año en REC. La frase inicial: "Es que no tuviste bastante"

Almas gemelas


«Es que no tuviste bastante» masculló mirando de reojo su reflejo.
Al otro lado, Hyde se limpiaba la sangre y escondía el cuchillo. Nunca imaginó que Gina opondría tan poca resistencia: la hoja la había penetrado como si ella fuera de mantequilla.

Instantes después, el doctor unta una tostada y se la lleva a la boca.

Primera semana del año, primer despojo para REC. La frase de inicio: "Es que no tuviste bastante"

viernes, 6 de enero de 2017

Ángeles sobre ruedas



La Navidad que cumplí diez años, llegaron por fin las bicicletas. Quizás influyó en algo que yo estaba perdiendo la inocencia y mamá quería, a toda costa, comprar mi silencio y evitar que acabase explicándole a Carlitos porqué los Reyes no nos las traían nunca. O quizás fue porque cuando volvimos los cuatro de la cabalgata, encontramos a la abuela muerta en el sofá verde, y papá estuvo revolviendo en la cómoda durante tres horas antes de avisar a mis tíos. Fuera por lo que fuese, la mañana de aquel seis de enero, a Carlitos y a mí nos vistieron con la ropa del domingo y nos dejaron jugar en la calle toda la mañana, con nuestras bicis nuevas, dando vueltas y más vueltas a la plaza, mientras en casa, mamá y los tíos, dispuestos alrededor de la cama de la abuela, alternaban los rosarios con los gritos, según hubiera vecinas en el piso, o no.
Al finalizar el día, Carlitos y yo teníamos agujetas y las mejillas cortadas por el frío, pero lo que más nos dolió fue que mamá nos dijera que la abuela se iba a llevar las bicicletas porque los ángeles del cielo las necesitaban para llevarle los recados a Dios.

Cualquier niño de cinco años sabe que los ángeles tienen alas y no van en bici.


Con este relato participo en el concurso #cuentosdenavidad de Zendalibros.com. Obligatorio que aparezca la palabra "Navidad", del espíritu navideño no se decía nada, así que... 
La imagen, tomada de internet, es de Michael Hagn.