sábado, 9 de mayo de 2020

Nunca




Nunca me había costado tanto comerme un alfil. Tras perseguirlo por el tablero dando ridículos saltitos, calculando bien para no caer en una de las casillas negras de su diagonal -y evitar así que me comiera él a mí- al fin, lo conseguí. Me abalancé, golpeándolo con los cascos, lo pateé hasta desollarlo y, todavía vivo, le clavé los dientes y comencé a arrancarle enormes pedazos de carne. Cuando al fin dejó de gritar, el resto de piezas recompusieron sus disfraces, volvieron a sus posiciones y pudimos retomar aquella ridícula actividad de empresa.
—Nunca debimos hacer caso a los de recursos humanos —susurró el gerente.



La Copa ENTC: Semifinales
Disfrazarse de Vivancos
Título y primera frase obligatorios.
Aquí terminó, o no, mi aventura copera este año.
Pase a la final.

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