martes, 3 de agosto de 2021

Verde de envidia

 


Mientras tomo el sol en el balcón, charlo con mi vecina. Ella me explica su vida (la de antes): viajes a lugares exóticos, amantes más exóticos todavía y aventuras, ¡muchas aventuras! Yo le cuento la mía (la de siempre): el llanto del peque, los deberes online del mayor… Mi vida no es emocionante, pero ella sonríe y dice que tengo una familia estupenda.
La envidio, pero es una envidia sana. Que el color de mi bronceado haya empezado a mudar hacia el verde no es preocupante. No se trata de un nuevo síntoma del dichoso virus. Solo es envidia.

Pero hace unas semanas descubrí que miente. Era la tercera vez que me contaba su viaje a Ceilán y, en lugar de ligarse al guía tostado por el sol, lo cambió por un rubio neerlandés que viajaba solo. Primero creí que era un lapsus, pero desde entonces la he pescado en tres mentiras y ya no me creo nada. 

He dejado de envidiarla y mi piel ha recuperado su palidez habitual. Ella, en cambio, sigue tomando el sol. Se asoma al balcón, estira el cuello como una tortuga y espía nuestra familia perfecta con su mirada esmeralda. 


Relato escrito para ENTC.
Tema de la convocatoria: La envidia y los celos.

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