sábado, 16 de marzo de 2019

Mariposas



Como crisálidas despertando de un letargo se fueron despojando de velos y tules. Abandonaron satenes, bordados de seda y fina pedrería en el suelo. Libres del peso de los adornos, estiraron sus adormecidos miembros y, sin hacer ruido, desplegaron las alas que les habían crecido durante tan larga espera. Los funcionarios del registro civil las vieron volar, desnudas y libres, hacia la única ventana abierta. Ninguno movió un músculo para detenerlas y, aún hoy, se preguntan si fue la belleza de sus cuerpos o sus ansias de libertad lo que hipnotizó a aquellos trabajadores del ministerio.
Mientras tanto, los que se creían sus dueños jugaban a ser reyes. El sacrificio de la reina había pillado a todos por sorpresa, pero no dudaron en aplaudir la maniobra y lanzar vítores al ganador. Solo algunos se percataron de que el juego empezaba a ser distinto de la realidad.



Para los Viernes Creativos  de Ana Vidal.
La foto es de la sala de espera del registro civil de Tallin en 1973. 
El cuento podría ser éste u otro muy distinto.
El caso es escribir.

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