El fin del mundo no fue como
lo habíamos imaginado. No nos embistió ningún meteorito, ni hubo erupciones
violentas que enturbiaran el cielo. Tampoco inundaciones, ni terremotos, ni
siquiera sequías que agrietaran la tierra y nos condenaran a la hambruna. Y no,
no fue una guerra bacteriológica lo que nos condujo a la destrucción. Fue el
silencio. Ocurrió poco a poco, aunque a mí me faltó valor para reconocerlo y me
quedé sentado frente al televisor, esperando.
Al final, un destello en tu
mirada, un gesto de hartazgo, un portazo y ya no vi más allá. Los relojes se
pararon a las doce y cuarto.
Superada la 2ª Ronda de La Copa ENTC.
El relato de 100 palabras debía incluir uno de los versos de
"Una manzana en la nevera" (Sandra Sánchez)