El día que nací, nadie
pareció prestarme demasiada atención. Mi madre no creyó necesario avisar a la
partera ni molestar a mi padre —que dormía como un bendito —para alumbrar a su
quinto hijo; apartó las sábanas y, con un par de empujones, me echó al mundo. Después
se durmió.
No fue hasta oír el sonido
vibrante del móvil que alargó la mano hasta la mesilla: el tuit “a este mundo venimos solos y si no que se lo
digan a mi madre” era trending topic. Mamá me miró con ternura, me tomó en
brazos y me marcó como favorito.
Relato ganador de la primera semana de abril, en Wonderland RNE4.
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