jueves, 14 de diciembre de 2017

Procedimiento administrativo



Empezaron por la A (estas cosas siempre se hacen siguiendo un  orden). El primer día borraron anarquía, amnistía  y alegato. La medida fue calificada como propia de un régimen autoritario, pero como ese adjetivo también había sido eliminado, los periodistas se vieron obligados a utilizar metáforas e hipérboles oscuras, y nadie entendió nada. Después borraron derecho y democracia, lo cual impidió que se diera una noticia sobre unas elecciones en algún lugar (nada importante). Pero lo que más llamó la atención del público fue un titular de la prensa deportiva: “El delantero del Almeriense sufre una lesión en el tobillo contrario al izquierdo”. Y florecieron los memes.
Los diccionarios mostraban grandes islas en blanco en el enclave de las palabras prohibidas: huelga, Historia… Algunos profesores se quejaban de la imposibilidad de seguir enseñando sin las palabras adecuadas. Igualdad, justicia, libertad… Y ni siquiera la meteorología se libraba de la censura: calentamiento global, y cambio climático eran expresiones vetadas y, los datos de precipitación se exageraban para ocultar la sequía (término también eliminado).
Hoy, los noticiarios abrieron con un titular ilegible: «El (pueblo indignado) se (manifiesta) con (pancartas) en blanco». Hay más huecos que palabras y, sin embargo, todos sabemos que ha llegado el momento. Los periodistas intentan entrevistar a algún manifestante,  acercan un micrófono. Es inútil: nadie puede pronunciar palabra.

Un rumor, como de mar agitada, empieza a crecer entre la multitud  reunida en las plazas. Impotentes, nos miramos unos a otros. Hasta que un viejo susurra: «Libertad».


Relato finalista del IV concurso de microrrelatos de Amnistía Internacional Madrid
Tema:  Libertad de expresión
#Escribirporderechos

sábado, 9 de diciembre de 2017

Tengo la cabeza llena de monstruos



Solo yo puedo verlos, merodeando en mis sueños o corriendo de puntillas por el pasillo.

A los gigantes los oigo llegar desde lejos: el suelo retumba a cada paso y, aunque sus zancadas son enormes, me da tiempo a subirme a un árbol para que no me aplasten sin querer. Los duendes trabajan sin descanso mientras yo duermo: limpian la casa, preparan el desayuno, lavan mi ropa. Pero las hadas solo piensan en jugar. Abro el cajón de la mesilla y sale una volando. Si busco un bolígrafo, oigo sus risitas burlonas (seguro que me lo han robado ellas). Las brujas, en cambio, son honestas. Malvadas, pero honestas. Si haces un trato con ellas, sabes que lo cumplirán. Quizás tendrás que engordar a tu propio hermano para que se lo coman pero, a cambio, obtendrás la fama que deseas.

Sin embargo, desde que te conocí, todo ha cambiado. No como, no duermo, no vivo. Eres la criatura más maravillosa que jamás imaginé y, cuando me miras, siento que debería confesártelo todo: tengo la cabeza llena de monstruos, de magia. Pero, por ti, cambiaré. Buscaré otro oficio.


Y dejaré de escribir estos cuentos que lees cuando crees que no te miro.

Relato escrito para ENTC. Tema de esta convocatoria: "Seres mágicos"

viernes, 1 de diciembre de 2017

Objetos perdidos



Nada más bajar del taxi supe que había perdido algo. Revisé bolsas y bolsillos, pero no eché nada en falta. Sin embargo, tenía una extraña sensación de orfandad, de ausencia, como si hubiera descubierto un agujero en mi bolsillo e intentara recordar lo que llevaba allí.

No eran las llaves, por lo que pude entrar en mi piso sin dificultad. Tampoco había olvidado las bolsas de la compra, así que me preparé la cena y me senté a devorarla con ansia, pues no había comido nada desde el almuerzo. Encendí la televisión para distraerme de mi obsesión, pero continuaba pasando lista a todas mis pertenencias, intentando detectar cuál de ellas había extraviado. El móvil parecía querer tranquilizarme vibrando sobre la mesa de la cocina: cinco mensajes en dos grupos. Desesperada, volqué el contenido del bolso: cartera, documentación, paquete de pañuelos, protector labial… No faltaba nada.


Más tranquila, me dirigí al dormitorio y me puse el pijama. Al entrar en el lavabo  no noté nada extraño, abrí el grifo y dejé correr el agua. Desde el espejo, con el cepillo de dientes en la mano, mi cuerpo descabezado respondía a todas mis preguntas.

Relato para los #viernescreativos. El único requisito: que aparezca un taxi.