miércoles, 13 de abril de 2016

Misión a Venus



Reunieron, entre todos, catorce petardos, medio litro de gasolina —robada de la vespa del padre de Carlitos—, un metro de mecha y unas cerillas. Construyeron el cohete con latas de conserva, que soldaron entre sí en clase de pretecnología, y un motor de aeromodelismo adquirido en los encantes un sábado por la mañana.
El día del lanzamiento, mientras cuatro voluntarios escenificaban una tangana que mantendría alejados del patio a los profesores, se inició la cuenta atrás. Algunos la siguieron con la boca abierta, otros cruzaron los dedos, pero cuando la pólvora prendió, gritaron todos al unísono “ignición” y siguieron con la vista el ascenso majestuoso de la nave. Al revuelo inicial, siguió un silencio ferviente mientras el obús iba ganando altura. Observaron la trayectoria, ladeando la cabeza en un intento por corregir la leve desviación, contuvieron el aliento y algunos hasta rezaron para que la aeronave no fallase.

Cuando el cohete alcanzó su altura máxima y comenzó el inevitable descenso, hubo un alborozo general al comprobar que había superado con creces la altura requerida y que el aterrizaje se produciría, sin duda, al otro lado del muro que les separaba del patio de las niñas. Un universo aún desconocido.

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Relato publicado en ENTC. Convocatoria marzo-abril en homenaje a los vuelos espaciales.
Este relato está fuera de concurso por ser la autora miembro del jurado de esta convocatoria bimestral.

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Después de una cena de ex-alumnos, un compañero se me acercó y me dijo: "¿Por qué no escribes un relato inspirado en nosotros?, els millors del '66"....  

El 12 de abril se celebró el día internacional de los vuelos tripulados al espacio. 

¿Qué relación existe entre estos dos hechos? Quizás ninguna. O quizás, algunos vuelos espaciales se iniciaron hace cuarenta años en un patio de colegio. La aventura continúa. 
Espero que os guste.



sábado, 2 de abril de 2016

Criaturas sociales



El día que nací, nadie pareció prestarme demasiada atención. Mi madre no creyó necesario avisar a la partera ni molestar a mi padre —que dormía como un bendito —para alumbrar a su quinto hijo; apartó las sábanas y, con un par de empujones, me echó al mundo. Después se durmió.

No fue hasta oír el sonido vibrante del móvil que alargó la mano hasta la mesilla: el tuit “a este mundo venimos solos y si no que se lo digan a mi madre” era trending topic. Mamá me miró con ternura, me tomó en brazos y me marcó como favorito.

Relato ganador de la primera semana de abril, en Wonderland RNE4