Abandonan, primero uno y luego el otro, la habitación del
hotel. Cada uno por su lado, maletín en mano –¡taxi! –, regresan a la oficina. Suben
en ascensor, último piso, sala de juntas. Entran, primero el otro y luego el
uno, con esos cinco minutos de diferencia pactados, apretón de manos, sin
mirarse a los ojos.
Nos sentamos, primero tú y luego yo, codo con codo, trabajo
en equipo, sonríes. Abrimos los maletines, primero yo y luego tú, y maldecimos,
al unísono, esos cinco minutos, coartada imperfecta que hace imposible que los
hayamos confundido en el ascensor, o en el taxi. Sonrío. Ahora ya lo sabéis
todos, fue en el hotel.
De nuevo es lunes de #REC, Otro micro para la colección de despojos.
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