Hoy me han cerrado la puerta
en los morros dos veces: en el tren, pese a los esfuerzos de un espécimen de gimnasio —cabreadísimo—, que
casi consigue abrir una rendija suficiente para ambos; y en el metro, porque no
me ha dado la gana de correr más, que ya está bien por hoy. Volver a casa más
tarde de lo habitual te enfrenta a escenarios y a personajes distintos: los que dormitan, los que van enganchados al
móvil, y ese individuo que resbala por el vagón, mendigando para un bocadillo,
que será su único consuelo antes de rendirse al sueño. Nadie le escucha, ni
siquiera levantan la vista, hasta que entre el monótono discurso se cuela una
confesión: soy un extraterrestre, dice, y desde que llegué a este planeta nadie
me ha tratado con humanidad. La muchacha sentada frente a mí ha dejado a su
novio parpadeando mensajes en la pantalla y observa al extranjero con la boca
abierta. Tú vendrás conmigo, le dice, y ella ni siquiera intenta apartarse. El
extraterrestre es un ser bello al que todos miramos, ahora que nos ha revelado el destino de nuestro viaje, al final del
túnel.
Este micro-viaje ha obtenido el 2ª Premio en la categoría de micro-relatos del XI Concurso de Relatos y Micro-relatos de Viaje Moleskin 2016. La imagen está tomada de la web de Moleskine (Créditos: Sergio Ramazzotti).
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