Ella dice que soy raro. Después
ríe nerviosa y sale a la pista con esos perritos de agua brincando entre sus
piernas. Murmura que no tengo ninguna gracia, pero fuerza una sonrisa para que
la deje pasar camino de su caravana y se escabulle como una anguila. Ella
implora que la deje dormir, que no le envíe más mensajes de buenas noches, que
no la llame de madrugada. Asegura que no aguanta más y que si no la dejo
tranquila, tendrá que denunciarme.
¡¿Denunciarme?!
No entiende cómo la quiero,
cómo deseo cuidar de ella y que no tenga que preocuparse por nada, que no
necesite volver a enseñar sus muslos desnudos ante el público. No imagina como palpita
mi deseo, ni como aborrezco a esos chuchos que ladran cada noche, cuando me
acerco a su puerta. No sabe lo que sufro. Por su culpa.
Raro. Ella decía que soy
raro, y la chica de la cafetería también se lo dirá a la policía cuando le
pregunten. Pero el resto del elenco del circo dirá que solo era un pobre payaso,
amigo de los niños, un hombre muy educado aunque algo triste. Y que siempre
daba los buenos días.
ENTC nos propone escribir 100 relatos de 200 palabras, inspirados en esta foto de Thomas Hoepker. Aquí os dejo el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario