Hace dos días que papá se
fue.
De día no puedo salir por
culpa del calor. Desde mi ventana solo veo una extensión infinita y blanca. El
cielo también es blanco y duele mirarlo. La televisión dice que la culpa es del
polvo que lo cubre todo.
Cuando llega la noche salgo de casa y voy hasta el
pozo. Cada día tengo que echar más cuerda. Tampoco se distingue ningún color, aunque
haya luna.
Papá decía que el color del
campo le ponía alegre y contaba que, a veces, caía agua del cielo. Se llamaba
lluvia. Cuando cesaba, el sol era como una caricia y la gente comía fruta de
los árboles. No sé muy bien qué es un árbol. Ahora solo tenemos esas galletas secas
que venden en el supermercado. Dicen que las hacen con los huesos de los que
van cayendo. Yo no lo creo. Pero de algún sitio tienen que salir. Ya no hay
granjas y los únicos animales que quedan son los perros. Pero nadie come
perros. Nosotros no, al menos.
Ya hace tres días que papá
se fue. Lo último que me dijo fue que me quería. Y trenzó mi pelo con una cinta
verde.
ENTC nos propone escribir un relato inspirado en el color VERDE.
Un relato ciertamente inquietante. Me ha provocado algo de desasosiego, supongo que porque la situación climática que describes y sus consecuencias se podrían cumplir -o en parte ya se están cumpliendo.
ResponderEliminarGracias, Sandra,
Eliminarsi he conseguido trasladar esa sensación de desasosiego, me doy por satisfecha.
Disculpa que haya tardado en responder a tu comentario.