Su primera cita con la muerte fue muy temprana, a los
ocho años sobrevivió al accidente de coche en el que murieron sus padres. Su
abuela se hizo cargo y lo educó tan bien como pudo. La pobre murió antes de que
él acabara la secundaria y, de nuevo, se
encontró solo en el mundo.
También fallecieron su primera novia, su compañero de
piso y un perro que había recogido de la protectora.
Se obsesionó con la idea de que todos los que establecían
un vínculo con él acababan muriendo y eso le llevó de cabeza al diván de un
psiquiatra. El tipo se empeñó en que le hablara de su padre, pero a las dos
semanas falleció de un ataque cardíaco dejando la terapia a medias.
No le costó mucho tomar la decisión de dedicarse
profesionalmente y sacar algún beneficio de su extraña habilidad. Así fue como
se convirtió en asesino a sueldo, asesino pasivo por supuesto.
Pronto empezaron a lloverle los encargos a aquel asesino
amable, que conducía a sus víctimas hacia su fatal destino a base de frases
amables y detalles afectuosos.
Un día me sonrió.
—Parece que va a llover— dijo.
Con este relato participo en el certamen organizado por http://estanochetecuento.blogspot.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario