Me observa. Sé que me mira. Intuyo una silueta en la atalaya
de su ventana. Camino unos pasos y me vuelvo de nuevo. Un simple temblor de
esos visillos y sabría que está ahí, que me contempla, me examina, me persigue.
Si su curiosidad fuera un poco más atrevida, alzaría
ahora ese velo y nuestros ojos se abrazarían. Si mi anhelo fuera un poco
más decidido, subiría ahora mismo al quinto piso y rozaría el cielo, de su
boca.
Aquí os dejo mi granito de arena para la propuesta de #viernescreativo: escribir una historia para este cuadro de Aron Wiensenfeld.
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