Quizás mañana
—pensaba mientras la veía alejarse, apresurada en su abrigo, arrastrando
voluntades y hablando sin parar por el móvil.
Mañana me verá
— se ilusionaba. Imaginaba que sus ojos se cruzaban y se encontraban sus almas.
Ella, inalcanzable, exitosa y bella. Él, invisible, en su esquina, esperándola.
Quizás mañana
ella tendrá un corazón debajo de ese abrigo carísimo. Mañana mirará más allá de
la pantalla de su móvil. Se detendrá un momento, rebuscará en su bolso y le
dejará unas monedas en el platillo. Mañana es Navidad y quizás, ella le
sonreirá.
Mi nueva participación en REC (18/12/2013)
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