Lucía habría intentado convencerme de que aquello no tenía nada que ver con que fuera martes y trece. Pensé en llamarla y explicarle la sucesión de desgracias que se habían acumulado en tan solo treinta minutos, a ver si ahora opinaba que todo eran supersticiones. Pero sabía perfectamente lo que diría y decidí ahorrarme el sermón.
En lugar de llamarla, me lancé a la calle en busca de un
taxi. Llovía, naturalmente. Debí haberlo previsto. Era de esperar que lloviese
y también que el autobús pasase justo en ese momento salpicándome de arriba
abajo.
Tuve que volver a casa a cambiarme y, con las prisas, no reparé
en el portero hasta que oí un “buenos días” proveniente de las alturas. Me
quedé un segundo mirando la bombilla oscilante, la escalera abierta y el
portero en lo alto. Aterrado, murmuré algo ininteligible y me refugié en el
ascensor. Ya no tuve valor para volver a salir de casa. Decidí telefonear a la
oficina y alegar una gripe.
Lucía podía opinar que aquello eran tonterías, pero yo sabía
por experiencia que existen fuerzas en la naturaleza capaces de arruinarte el
día.
La noche anterior, mientras cenaba con ella, cometí el
error de explicarle mi plan para enfrentarme a esas fuerzas en un día tan
desfavorable como el que se avecinaba.
Le mostré sin rubor todos mis amuletos: un pequeño búho tallado
en un pedazo de roble —para poder tocar madera siempre que lo necesitara —, la
archiconocida pata de conejo y un candado antiguo de hierro forjado. El hierro,
le expliqué alentado por lo que yo creía que era una mirada de interés sincero,
se usa desde antiguo como protección contra espíritus y brujas, aunque hoy en
día se utiliza como equilibrador de energías. A cada nueva explicación Lucía sonreía.
Por último le mostré mi colgante de ámbar, contenedor de esencia vital y
garantía de salud, energía y equilibrio.
Repentinamente Lucía saltó de la silla y me arrebató la piedra mientras, entre
risas, decía que a partir de ese momento yo sería incapaz de andar sin
tropezarme a cada paso.
La reacción de Lucía me hizo perder los nervios. No tanto
por las burlas, a las que ya estoy acostumbrado, como por el hecho de haber
tocado mi talismán. Naturalmente ella ignoraba que nadie debe tocar una piedra ajena.
Y cuando le expliqué que ahora mi ámbar había quedado inútil y que debería
llevárselo a Doña Carmen para que lo limpiase, estalló en carcajadas.
Me dijo que todo aquello eran gilipolleces y para
demostrármelo agarró el candado, el ámbar, la pata de conejo y el búho de
madera, y los lanzó por la ventana. Me quedé mudo, horrorizado ante lo que
podía ocurrirme al día siguiente. Lucía se marchó antes de los postres. Dijo que
sería mejor que durmiese en su apartamento y que ya nos veríamos.
Así pues, cuando aquel martes los astros descargaron su
furia contra mí, corrí a refugiarme en casa, convencido de que ni los cuarzos
que tenía repartidos por el piso, serían capaces de limpiar la atmósfera de
toda aquella negatividad. Estaba decidido a no moverme de mi refugio hasta no
conseguir por lo menos una pata de conejo.
Cinco minutos más tarde llamaron a la puerta. Era mi
vecino, un escritor, gay, guionista de televisión, y con un gusto espantoso
para los suéteres que, con voz afectada, se deshacía en disculpas porque su guión
no iba como debiera. Yo no entendía nada, pero el gay del jersey a cuadros
continuó explicándome que mi personaje debía ser algo supersticioso —y dibujó
unas comillas en el aire— pero no tanto que le impidiera salir de casa. Sino
¿cómo iba a relacionarme con el resto de personajes?
Mi estupor iba en aumento, pero no tuve tiempo de
reaccionar. El guionista sacó un martillo de vete tú a saber dónde y de un
golpe convirtió el espejo del recibidor en siete años de mala suerte,
provocándome una crisis de ansiedad. Sentí que el pánico se agolpaba en mis
sienes y que el aire no llegaba a mis pulmones.
Después se dirigió al balcón y me indicó la salida.
—Lo siento —dijo —, pero creo que vas a tener que saltar.
Esta es mi participación en el taller de escritura "móntame una escena" de Literautas. Si quereis leer otras participaciones podeis hacerlo aquí
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